En una mañana Fría

Perdiendo mucho tiempo de mi vida, entre las ataduras esclavistas de un pasado transgresor, deje ir mis mejores años atados a los recuerdos de un mal amor, pues viví encerrada en un mundo de soledad, sin querer darme al oportunidad de ser conocer nuevas aventuras, perdiendo la esencia de soñar, me creía libre como un pájaro tricolor, pero en realidad estaba estancada en un sentimiento no correspondido.

No hay mal que dure cien años y ni cuerpo que lo resiste, sin sospechar que la primera mañana de Abril, los dulces y aromáticos olores del café de don facundo, llenaba la estrecha calle del Bulevar del Candor, cuyos vecinos eran muy conocidos, como cada día Camelia se paseaba por la cafetería del aquel agradable anciano, que cada día la atendía con tanta alegría, esperando su cremoso capuchino comiendo una rosquilla.

La cafetería estaba llena como pasaba cada mañana fría, estando sola en su mesa un hombre maduro le sonreía, sin tapujos ni caprichos hasta su mesa llegaría el perfume varonil, selecta mezcla entre almizcle y flores de buganvilia, lo invito a su mesa ¿Sera que acepte mi compañía para compartir un rico café? amableme